domingo, 15 de mayo de 2011

ESPAZO ENXEBRE (SSREYES - MADRID)

R y D se preguntaban extrañados a qué se debía la inmersión en unas coordenadas desconocidas y  cíclicas, donde el principio y el fin estaban en un mismo punto, y la vida y el tiempo se movían alrededor de un círculo existiendo muchas realidades, pero siempre sobre el mismo eje evolutivo de la espiral espacio-tiempo.

Cada punto en la espiral representaba un instante de tiempo y un acontecimiento. El primer punto  es el nacimiento y el último la muerte. La cabeza les daba vueltas sin parar. ¿Cuánto tiempo llevamos aquí? ¿Hemos muerto? ¿Hemos vuelto a nacer? ¿Hemos trascendido del plano terrenal a otro, quizás más elevado? ¿Hemos sido arrancados de nuestras mísera vida mortal para acceder a una nueva dimensión?

Cerraron los ojos, mientras un mar de formas desconocidas giraba sin cesar a su alrededor. Como en un sueño psicotrópico veían pasar millones de micropartículas que se fusionaban con sus propias celulas nerviosas a velocidad de la luz. Formaban parte de un gigantesco reloj de arena que flotaba en el espacio para estallar y esparcir millones y millones de fragmentos por el cosmos.

R y D pensaban que había llegado el fin.

Dos horas y media antes:

R y D cruzaban la puerta del Espazo Enxebre, un  restaurante gallego situado a escasos metros del Centro Comercial Plaza Norte 2, en San Sebastián de los Reyes (Madrid), localidad donde entonces vivían, y donde se hallaban realizando unas compras que consumieron su tiempo en exceso y les obligó a buscar un lugar cercano donde mitigar el hambre.

Con ciertos reparos basados en la intuición, el sentido arácnido y la percepción de una perturbación en la Fuerza, decidieron entrar al mencionado restaurante. Un forzadamente sonriente mäitre les recibió a portagallola para conducirles al interior de una gigantesca sala/nave de proporciones colosales, techos infinitos, enormes paneles con fotografías de Galicia y cientos de comensales abarrotando física y auditivamente aquel cosmos.

Debió ser en ese momento, cuando R y D atravesaron el plano consciente para entrar en otro alternativo basado en una escala temporal diferente, ya que sus relojes, anclados en la realidad que habían dejado atrás, mostraban que habían transcurrido treinta minutos y en sus mesas sólo había dos bebidas. Otros treinta minutos después (ayuda para pajinianos: una hora en total), nos sirvieron los primeros platos. ¡Qué desconcertante resultaba este nuevo universo donde todo transcurría tan lento! Parecía como si las palabras se desvaneciesen  en el espacio interminable.

El primer plato de R consistía en unos Huevos Estrellados que hicieron honor al nombre y, efectivamente, se estrellaron: Sobre unas insulsas patatas cocidas un huevo despistado que ese día no había tenido tiempo para arreglarse y ponerse guapo. R le pidió a uno de los seres que pululaban por la nueva dimensión que lo devolviese a cocina y lo preparasen  „Como Dios manda“. Constataron que en ese universo reinaba el ateismo y que, una vez más, las referencias temporales eran completamente diferentes a todo lo anteriormente vivido. El plato se quedó flotando en unas coordenadas desconocidas.

D se decantó por unos Mejillones al Vapor que, una vez llegaron a la mesa, demostraron que cumplian con el lema del restaurante „Comer ecológico es más sano, no es más caro“. Y sana debía ser la vida que llevaban esos mejillones ya que tenían una figura que bien podrían vestirse de David Delfín y desfilar en la Madrid Fashion Week. Nada que ver con esos vulgares mejillones obesos que van por ahí mostrando sus michelines sin ningún pudor.

De segundo plato R y D coincidieron: Entrecot con pimientos de padrón y salchichas gallegas, Cabe señalar que los pimientos no estaban mal. No así lo demás: La ternera, también debía proceder del mismo mundo que R y D y se vé que la espiral espacio-tiempo la convirtió en vaca vieja, resultando unos filetes que D podría haber aprovechado para fabricarse protecciones para la ropa de moto. Las salchichas eran un conglomerado de deliciosos pitracos, elementos no identificables de dureza sin par y grasa en cantidades industriales (indicador de acidez al máximo avisando de niveles peligrosos). Entre tanto, a la vez que R y D luchaban a cuchillo denonadamente contra el entrecot, aparecieron los huevos estrellados de la nada para posarse en el único resquicio que les dejaba la mesa.

Alarmados, R y D tomaron unas infusiones para pedir la cuenta y poder retornar a su plano. Ardua labor que les tomó otro enorme fragmento temporal. Decidieron que la mejor forma de volver a atravesar el portal dimensional que les separaba de su realidad era retomar el camino andado y salir de aquella extraña espiral de confusión y así, tras adentrarse en el túnel de luz que conducía a la puerta, se encontraron de nuevo en su mundo.

Aparentemente habían transcurrido dos horas y media. Pero algo había cambiado. Quizás eso explicase las nuevas canas que aparecían en sus sienes.

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