sábado, 2 de julio de 2011

NIHIL PRIUS (MADRID)

Empezamos mal: Llegamos a la puerta del sitio y, al disponernos a entrar, un camarero/empleado/encargado/loquesea nos corta el paso literalmente y, al estilo de un cutre porterillo de discoteca makinera, nos pregunta si tenemos reserva. Al responder afirmartivamente, cambia de actitud y nos indica que pasemos con algo más de amabilidad.

Habíamos reservado para la terraza, con lo cual apenas podemos ver el local por dentro. No nos llama la atención especialmente. Línea mas o menos moderna y sobria con mucho "Ikea", coincidiendo con las opiniones de otros usuarios.

La terraza pintaba mejor en las fotos de la web del restaurante. ¡Maldito Photoshop! Allí parecía un lugar abierto, tranquilo, rodeado de vegetación... Al comprobar que es un recinto atestado de gente (entiendo que es normal un sábado por la noche) y (lo que no tiene justificación) cubierto de unas enormes y opresivas carpas me entra cierta sensación de claustrofobia. A esto se une un calor espantoso que intentan combatir con unos aspersores de agua pulverizada que estarían muy bien en el caso de ser orquídeas, pero que al ser humanos sólo nos mitigan un poco el sufrimiento.

Punto y aparte para las sillas. Y aprovecho para hacer un especial llamamiento al sector de la restauración: Por favor, ¡acabemos con las putas sillas de plástico en las terrazas! ¿No se han dado cuenta de que llegadas estas épocas estivales, y al estar un rato con las posaderas y muslos sobre una superficie que no transpira, comenzamos a sudar como un "Sus scrofa domestica" (¡¡¡Hala, a la Wikipedia!!!) y silla y comensal se funden en una Unidad de Destino en lo Universal.

La comida normalita. muy del montón, como titulo esta opinión. Es uno de tantos y tantos sítios que están proliferando en estos tiempos que ofrecen "cocina de autor - low cost" y que, personalmente, todos me parecen lo mismo.

Nuestra elección fue: Una ensalada de jamón de pato con mandarina y virutas de foie (95%lechuga), Tartar de atún (con exceso de hierba de lima que mataba cualquier otro sabor) y hamburguesa de pato con cebolla caramelizada y helado de mostaza (quizás lo más salvable, aunque me dejó bastante indiferente). Pasamos del postre y nos tomamos una infusión.

Relación calidad-precio mala, especialmente teniendo en cuenta lo escaso de los platos. En total unos 72 € con las bebidas.

El servicio fallón: La camarera me tira un cuchillo al retirarme el plato, se toma demasiada confianza y muestra poca habilidad en general con alguien a quien le está sudando el culo de forma titánica y que está para pocas "historias" a esas alturas de la noche.

Conclusión: Sin llegar a ser una experiencia traumática,  ha estado por debajo de nuestras espectativas en todos los niveles, por lo que de Nihil Prius (Nada Mejor) nada de nada.

domingo, 15 de mayo de 2011

ESPAZO ENXEBRE (SSREYES - MADRID)

R y D se preguntaban extrañados a qué se debía la inmersión en unas coordenadas desconocidas y  cíclicas, donde el principio y el fin estaban en un mismo punto, y la vida y el tiempo se movían alrededor de un círculo existiendo muchas realidades, pero siempre sobre el mismo eje evolutivo de la espiral espacio-tiempo.

Cada punto en la espiral representaba un instante de tiempo y un acontecimiento. El primer punto  es el nacimiento y el último la muerte. La cabeza les daba vueltas sin parar. ¿Cuánto tiempo llevamos aquí? ¿Hemos muerto? ¿Hemos vuelto a nacer? ¿Hemos trascendido del plano terrenal a otro, quizás más elevado? ¿Hemos sido arrancados de nuestras mísera vida mortal para acceder a una nueva dimensión?

Cerraron los ojos, mientras un mar de formas desconocidas giraba sin cesar a su alrededor. Como en un sueño psicotrópico veían pasar millones de micropartículas que se fusionaban con sus propias celulas nerviosas a velocidad de la luz. Formaban parte de un gigantesco reloj de arena que flotaba en el espacio para estallar y esparcir millones y millones de fragmentos por el cosmos.

R y D pensaban que había llegado el fin.

Dos horas y media antes:

R y D cruzaban la puerta del Espazo Enxebre, un  restaurante gallego situado a escasos metros del Centro Comercial Plaza Norte 2, en San Sebastián de los Reyes (Madrid), localidad donde entonces vivían, y donde se hallaban realizando unas compras que consumieron su tiempo en exceso y les obligó a buscar un lugar cercano donde mitigar el hambre.

Con ciertos reparos basados en la intuición, el sentido arácnido y la percepción de una perturbación en la Fuerza, decidieron entrar al mencionado restaurante. Un forzadamente sonriente mäitre les recibió a portagallola para conducirles al interior de una gigantesca sala/nave de proporciones colosales, techos infinitos, enormes paneles con fotografías de Galicia y cientos de comensales abarrotando física y auditivamente aquel cosmos.

Debió ser en ese momento, cuando R y D atravesaron el plano consciente para entrar en otro alternativo basado en una escala temporal diferente, ya que sus relojes, anclados en la realidad que habían dejado atrás, mostraban que habían transcurrido treinta minutos y en sus mesas sólo había dos bebidas. Otros treinta minutos después (ayuda para pajinianos: una hora en total), nos sirvieron los primeros platos. ¡Qué desconcertante resultaba este nuevo universo donde todo transcurría tan lento! Parecía como si las palabras se desvaneciesen  en el espacio interminable.

El primer plato de R consistía en unos Huevos Estrellados que hicieron honor al nombre y, efectivamente, se estrellaron: Sobre unas insulsas patatas cocidas un huevo despistado que ese día no había tenido tiempo para arreglarse y ponerse guapo. R le pidió a uno de los seres que pululaban por la nueva dimensión que lo devolviese a cocina y lo preparasen  „Como Dios manda“. Constataron que en ese universo reinaba el ateismo y que, una vez más, las referencias temporales eran completamente diferentes a todo lo anteriormente vivido. El plato se quedó flotando en unas coordenadas desconocidas.

D se decantó por unos Mejillones al Vapor que, una vez llegaron a la mesa, demostraron que cumplian con el lema del restaurante „Comer ecológico es más sano, no es más caro“. Y sana debía ser la vida que llevaban esos mejillones ya que tenían una figura que bien podrían vestirse de David Delfín y desfilar en la Madrid Fashion Week. Nada que ver con esos vulgares mejillones obesos que van por ahí mostrando sus michelines sin ningún pudor.

De segundo plato R y D coincidieron: Entrecot con pimientos de padrón y salchichas gallegas, Cabe señalar que los pimientos no estaban mal. No así lo demás: La ternera, también debía proceder del mismo mundo que R y D y se vé que la espiral espacio-tiempo la convirtió en vaca vieja, resultando unos filetes que D podría haber aprovechado para fabricarse protecciones para la ropa de moto. Las salchichas eran un conglomerado de deliciosos pitracos, elementos no identificables de dureza sin par y grasa en cantidades industriales (indicador de acidez al máximo avisando de niveles peligrosos). Entre tanto, a la vez que R y D luchaban a cuchillo denonadamente contra el entrecot, aparecieron los huevos estrellados de la nada para posarse en el único resquicio que les dejaba la mesa.

Alarmados, R y D tomaron unas infusiones para pedir la cuenta y poder retornar a su plano. Ardua labor que les tomó otro enorme fragmento temporal. Decidieron que la mejor forma de volver a atravesar el portal dimensional que les separaba de su realidad era retomar el camino andado y salir de aquella extraña espiral de confusión y así, tras adentrarse en el túnel de luz que conducía a la puerta, se encontraron de nuevo en su mundo.

Aparentemente habían transcurrido dos horas y media. Pero algo había cambiado. Quizás eso explicase las nuevas canas que aparecían en sus sienes.

jueves, 10 de marzo de 2011

HACIENDA DE CAMPOAMOR - SSREYES (MADRID)



Hoy me voy a saltar una de las reglas que me impuse al crear este Blog: Escribir sobre un sitio al cual no he ido. Es más, ni siquiera conozco a ser humano que lo haya visitado. Supongo que será el páramo creativo por el que atravieso, o consecuencia de la polinización de las cupresáceas, o el hecho de que en mis manos cayó cierto material publicitario de cuya impresión aún no me he repuesto.

Por tanto, hoy no voy a hablar de comida. Un Blog de cocina en el que no se habla de cocina. ¿Y qué más da? ¿Acaso no tenemos políticos que no hablan de política? Bueno, la verdad es que a nuestros políticos puede resultar difícil atribuirles ciertas capacidades intelectuales primarias en el ser humano, con lo que esperar que de sus bocas salgan sonidos con una mínima dosis de coherencia puede llegar a ser una auténtica quimera. ¡¡¡No a los 110!!!

Me desvío...

Sigamos...

Decía que cayó en mis manos cierto material publicitario de cuya impresión aún no me he repuesto y al que ustedes, ávidos lectores, pueden dedicarle una concienzuda ojeada en las imágenes anexas.

Si está leyendo este párrafo, le aconsejo que previamente haya seguido las indicaciones para visionar el mencionado material publicitario de cuya impresión aún no me he repuesto, para poder facilitar la comprensión de lo que voy a exponer a continuación.

¿Qué puedo decir? ¡Vivediós que semejante estampa mi alma quiebra! Sobre faz porcina se anuncia con fanfarria, bombo, platillo, chambelán y lo que haga falta una Gran Cena de Gala de San Valentín dónde miembros de la dinastía poligonera y del calorrismo ludicofestivo nacional pueden dar rienda suelta a sus más bajos instintos a la luz de las velas de una romántica (adjetivo éste tan tergiversado y prostituido...) velada, acompañada seguramente de un insupereablemente hortera hilo musical donde se interpreta orquestalmente el tema principal de Love Story mientras se miran a los ojos y se hacen promesas de amor eterno (En España se produce un divorcio cada 4 minutos, según el Instituto de Política Familiar).

Por si esto fuera poco romántico, los comensales a tan magno evento pueden satisfacer sus ansías etilicas entregándose con desenfreno a ese portentoso invento denominado "Barra Libre", ya que no hay mejor celebración romántica que terminar la noche con la cabeza dentro del váter, ni mejor forma de decir "te quiero" que vomitar hasta el retorcimiento estomacal los aperitivos, la crema, el marisco, el lenguado, la paletilla y los postres. Supongo que el chocolate y los churros están ahí para contribuir a esta causa.

Sobre la Magnífica Orquesta, la Discoteca Móvil y la Gran Tómbola de Regalos, sólo cabe concebirlos como parte de este engendro de castañueleterismo sin par.

Pero, dando un nuevo giro de tuerca conceptual y un giro al material publicitario de cuya impresión aún no me he repuesto, nos encontramos con una mezcla de ideas que sólo puede entenderse como un triunfo del más genuino "Pop Cañí": Aquí, el artista ha sabido combinar magistralmente el romanticismo sanvalentiniano con la plasticidad y fuerza contenida en las Jornadas de la Matanza para ofrecernos una creación sin precedentes, donde el Amor y lo Porcino nos ofrecen una grácil sinfonía de chorizos, tequieros, magras, cupidos, sumarros, corazones, panceta, besos y porrones, todo, por supuesto, al ritmo de jota.

¡¡¡Gran Conceto!!! (Pepiño dixit).

Igual voy el año que viene.