viernes, 17 de septiembre de 2010

BELVEDERE (CÁDIZ)


Era una noche fresca y agradable en el Paseo Marítimo de Cádiz, de esas en las que la suave brisa acaricia tu piel y la luna se refleja en el mar para ofrecerte su cálida sonrisa...
Andábamos ebrios de felicidad mientras nuestros pasos nos guiaban hacia la terraza de un nuevo restaurante cuya carta nos había atraido días atrás. No resultó excesivamente difícil conseguir mesa y en pocos minutos nos encontrábamos sentados y prestos para ser atendidos.
Decidimos pedir un paté de queso con mermelada de pimientos, "papas aliñás", ensaladilla rusa con gambas, crujientes de pollo y bacon y daditos de cazón en adobo para las cuatro personas que íbamos.
Los platos salían poco a poco y eran de nuestro agrado. También el servicio resultaba atento y eficaz. La noche parecía ir "viento en popa".
De repente, el cielo estrellado se cubrió de negras nubes mientras que el viento nos comenzó a azotar con furia inusitada. El mar se estremeció y sus olas sacudían con violencia la orilla levantando un murmullo de muerte y terror. Era como si el propio Poseidón nos quisiera arrebatar el ánimo y sus Nereidas se hubieran despertado ansiosas de sangre, nuestra sangre.
En ese momento nos llegó como una amenaza de las profundidades el cazón. Cada bocado desprendía el hedor de la podredumbre como una señal funesta. Nuestras bocas comenzaron a paladear el fétido sabor del óbito.
Sin ser conscientes de que la ira de los demonios marinos podría ir a más, decidimos devolver aquel plato ante la imposibilidad de contener la naúsea común que nos invadía a las cuatro personas que padecíamos aquella pesadilla.
Uno de los camareros nos retiró el plato y permanecimos a la espera de alguna disculpa o explicación de aquello....
Al rato, un ser apareció junto a nuestra mesa con actitud chulesca, displicente, hortera y perdonavidas. Era..... ¡¡¡cha, channnnnnn!!!!....¡¡¡¡El JEFE DE CAMAREROS!!!. Ni corto ni perezoso, esgrimiendo su Handy como el cetro fuente de su poder, mientras nos dirigía una mirada de desprecio, nos inquirió sobre el pescado podrido de la siguiente forma: "Que....... vengo a ver qué es lo que pasa con el cazón..... porque...... yo lo he probado y está bueno...." Todo sin abandonar el plante de John Wayne y el tono macarrilla y barriobajero.
Sobre las conversaciones posteriores no me extenderé, sólo decir que no hubo demasiado entendimiento.
Lo grave de este caso es que, en cualquier negocio de hostelería, si el cliente se queja de algún plato, suele ser por motivos más que fundados, ya que por lo general cuando pedimos algo es para comerlo y no para tener que pelearte con un tipo víctima de la falta de escolarización al que su escasez de luces y su exigua educación le privan del sentido común mínimo y los modales como para disculparse y dejar al restaurante en buen lugar.
Pero, claro, esto es consecuencia del STL (Síndrome del Tope Laboral). Cuando alguien ha llegado a puestos de tan altísima responsabilidad como la de ser Jefe de Camareros de un Bar de Tapas y su formación y capacidades no le dan para más, sufre a diario una gran presión y sus decisiones pesan tanto como la del Director General de Microsoft en España, el estrés se manifiesta de esta forma, creando pequeños tiranos con delirios de grandeza.
Una pena. porque el Belvedere no es mal sitio (a pesar del desliz del cazón), pero camareros como este pueden arruinar la fama de cualquier lugar en pocos minutos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario